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"The Beautiful Game" y el Homeless World Cup

"The Beautiful Game" y el Homeless World Cup

Se estrena en Netflix la película “The Beautiful Game”. Inspirada en hechos reales, y cuenta la historia de un joven que vive en la calle y descubre que existe un mundial de fútbol para gente en situación de vulnerabilidad social (Homeless World Cup). Esta ficción está inspirada en una ONG de la cual Argentina forma parte desde 2004. Este año está invitada a participar con un equipo masculino en Seúl, Corea del Sur..

La ONG Homeless World Cup creada en 2001 por Mel Young y Harald Schmied, unos amigos que ese año fueron parte de una conferencia de diarios callejeros y decidieron cambiar el mundo con este evento, que desde 2003, organiza los mundiales anualmente. El torneo se juega en una cancha de 22m x 16m, y juegan 4 jugadores por equipo,  con la misma cantidad de suplentes y dos tiempos de siete minutos. Sin embargo, más allá de sus reglas, el objetivo es inspirar a través del fútbol a que las personas en situación de vulnerabilidad puedan encontrar una nueva oportunidad a partir del deporte, y también, a que la sociedad cambie su percepción hacia ellos.

Sergio Rotman, es el entrenador desde Suecia 2004, quien a su vez lidera Hecho Club Social (Una organización que ayuda a personas en situaciones vulnerables a buscar un apoyo en el deporte), y en cuanto a la financiación para viajar dice: “HWC junto al organizador local cubren todos los costos desde el aeropuerto de llegada en Seúl hasta que regresamos. Los pasajes, pasaportes, visas, indumentaria y seguros corren por cuenta nuestra”. Para conseguir la plata generalmente consiguen sponsors, auspiciantes, donantes particulares y esporádicamente el Estado Nacional o Provincial, pero está vez no esperan un apoyo desde el Estado.

A los jugadores, Rotman los encuentra a través de gente que se acerca a participar de los entrenamientos o porque participan en la Liga Urbana de Fútbol por la Inclusión Social y se los invita para conformar una preselección. Este año, por razones de tiempos y de documentación, serán todos jugadores de CABA y Beccar (personas de Villa La Cava) que no pudieron viajar a EE. UU. en el último mundial por inconvenientes con las visas. No solo se considera a personas en situaciones vulnerables a los que viven en la calle, también están los refugiados: “En 2009 para la selección fueron dos chicos que venían de Liberia, que se habían escapado de la guerra civil. Se escaparon creyendo que iban a Europa y terminaron en Argentina”.

En 2007, e impulsado por diferentes selecciones, se acordó que los jugadores sólo pueden participar una sola vez: “Se corría el riesgo de que algunos equipos quisieran armar equipos muy fuertes basados en la experiencia. De esta manera, se forman planteles nuevos cada año y el verdadero objetivo de brindar nuevas oportunidades se masifica”.

Antes de que se pusiera esa limitación Enrique pudo jugar para Argentina en Australia, Brasil, Chile y Perú: “Jamás pensé que me iba a encontrar con mucha gente del mundo, que realmente estaban en la misma situación que yo en Argentina. Me tocó compartir con gente de 56 países, fue una locura, no me lo esperaba, esto es un sueño decía yo”.

Al principio cuenta Lechuga, como le dicen en el equipo, que no creía que iba a pasar: “Un día Rotman me dijo que íbamos al aeropuerto, fuimos primero a un predio en Ezeiza que nos quedamos un rato, hicimos deporte, pasamos el día, después nos levantamos, nos dieron trajes y viajamos”.

En Australia pasaron 20 días y no solo compitieron, también recorrieron el país: “Conocíamos gente y nos saludaban y nos sonreían. Nos invitaron a comer un asado, que no se si era de canguro o que, pero estaba rico. Probamos comida de allá y hacen buena comida ellos también”. Allá tuvieron sus partidos televisados con más de 100 mil personas mirando en una semana y Enrique que sabe un poco de inglés fue a un programa de radio y le hicieron un reportaje.

“Tuve una gran experiencia en mi vida que no pensaba que iba a sucederme. Estaba tirado en la calle, en un cartón, no ver una salida o un recurso y si no me metía en el fútbol yo iba a seguir en las malas. Deje las drogas, el alcohol y el pucho. Ahora estoy bien acomodado, tengo bicicleta, me hice un ranchito en Catamarca y San Juan. Solo me falta el techo que estoy peleando por un subsidio, pero después estoy bien. Tengo todo, agua, baño, enfrente tengo un lavadero que me hice amigo y ahí cargo el celu y me dan una mano.” Cuenta Enrique mientras está acompañado de Gringo, su perro que lo sigue a todos lados.

“Aprendí muchas cosas con esas experiencias y sigo entrenando con el equipo. Me gustaría que mucha gente sepa de esto para que puedan recapacitar y salir de la mala situación.”

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