Las amigas que buscan la gloria del Beach Voley
Brenda Churín y Delfina Villar fueron las elegidas para representar al país en Buenos Aires 2018.
En noviembre de 2013 Brenda tenía apenas 13 años, los suficientes para disfrutar del calor y la refrescante diversión del Club Rakiura Resort Day ubicado en Luque, Paraguay. La platense no estaba estrictamente de vacaciones, porque viajó junto a su familia a alentar a su hermana Milena, que debutaba en el Circuito Sudamericano Juvenil de Beach Voley, el torneo clasificatorio para los Juegos Olímpicos de la Juventud Nanjing 2014. “Ay, quizás en unos años puedo estar yo”, pensó en ese ambiente la menor de las Churín, que ya practicaba el deporte.
A comienzos de 2014 dos mellizas amantes del vóley nacidas en Carrilobo, un pueblo de 2000 habitantes ubicado en la provincia de Córdoba, decidieron hacer lo necesario para participar de los Juegos Evita. Eso significaba entrenar y competir. Delfina y Melania Villar se enfocaron hasta consagrarse campeonas nacionales sub 14 en Mar del Plata, en noviembre.
Algunas trayectorias pueden confluir en momentos inesperados. El programa desarrollado por el ENARD de cara a Buenos Aires 2018 sirvió para hacer encontrar el camino de ambas.
En marzo de 2016 las hermanas Churín, iban a participar del torneo de la localidad entrerriana de Viale. Milena se lesionó y eso cambió para siempre la carrera de Brenda. Como formaba parte del proyecto olímpico, invitaron a una de sus compañeras a formar la dupla. La elegida fue Delfina Villar. Ambas sorprendieron a todos (y a ella mismas) para ganar el torneo femenino. Sería el inicio de algo grande.
“Ahora no sé si me imagino jugando con otra, porque con ella me entiendo bien. Ya me conoce y sabe cómo manejarme adentro de la cancha”, dice Delfina. Y Brenda agrega, sobre la selección de la dupla para Buenos Aires2018: “Teníamos la ventaja de que ya estábamos juntas. Por eso hicimos que se venga a La Plata. Para entendernos más y jugar mejor. También afuera de la cancha te llevás bien. Todos esos complementos sirvieron”. Además de compañeras, son amigas.
Bajo la conducción de Pablo, el padre de Brenda, obtuvieron la medalla de oro en los Juegos Suramericanos de la Juventud 2017 y gracias al gran rendimiento desplegado también en el Circuito Sudamericano fueron elegidas junto a Bautista Amieva y Mauro Zelayeta, en la rama masculina, para la máxima cita deportiva de la historia del país. Disfrutan del apoyo que reciben, pero no se relajan. “En 2018 ya no nos vamos a dedicar exclusivamente al beach porque no se puede económicamente”, coinciden. Tienen en claro que atravesaron un proceso extraordinario y único en la historia del deporte argentino y quieren aprovecharlo.
Cayeron en los dieciseisavos de final del Mundial sub 21 celebrado en China en julio, la última cita internacional antes de los Juegos Olímpicos de la Juventud. En el tramo final, se preparan en el CeNARD. Mientras esperan a Camila Núñez y a Lucía Piatti para comenzar el entrenamiento, y el sol se trata de colar entre los trozos despejados del cielo, reciben a Argentina Dorada.
Este año fue muy diferente respecto a los anteriores. Hubo menos torneos con juveniles, pero más con mayores. También más giras y entrenamientos. ¿Cómo lo sintieron ustedes? ¿Se adaptaron desde un principio o costó?
Delfina Villar: Yo creo que nos sirvió más jugar los de mayores, pero a veces no me volvía tan conforme de los viajes porque obviamente los resultados no eran los que una quería. Para mí fue mejor que nos manden a esos a que jugar los de nuestra edad, que ya más o menos conocíamos a las chicas.
Brenda Churín: Está bueno. Al principio es chocante porque conocés a las de tu categoría, te sentís dentro del nivel, después te mandan a las de mayores y “pum”, para abajo. Pero como decía (Delfina), era para tratar de tener la experiencia de jugar otra cosa, de también pensar en un futuro, a qué duplas se les tiene que ganar y de qué nivel.
Antes de viajar al Mundial de China dijeron que además de competir iban a ver a las parejas. ¿Con qué se encontraron?
DV: Con buen nivel. A nosotros no nos fue como queríamos, perdimos el pase a octavos, pero hubo muchas duplas que se destacaron y que vienen acá a Buenos Aires.
BC: Para mí hay duplas que se destacaron por demás, otras que se encuentran ahí, entre lo malo y lo bueno, y otras que están más lejos de competir para los puestos de arriba. La verdad es que nos sorprendió bastante la cantidad de duplas y el nivel parejo que tienen entre todas.
¿Sienten que a nivel juvenil Europa está un escalón por arriba del resto?
DV: Si, para mi Europa está allá y después Brasil. En el Mundial nos dimos cuenta.
BC: Creo lo mismo. Como Brasil tiene sus condiciones, Europa tiene las suyas. Además de entrenamiento, físicas. Eran chicas muy altas y nos dábamos cuenta de las condiciones físicas. Ellas jugaban tiebreaks, sets, puntos largos y no se cansaban nunca. Ahí te das cuenta de la diferencia con otros equipos.
Una de sus referentes es Ana Gallay, a quien conocieron en entrenamientos e incluso enfrentaron. ¿Hablaron con ella sobre este proceso? ¿Cómo las aconsejó?
DV: Si, con ella estuvimos a principio de año, que viajamos mucho también a los Sudamericanos de mayores. En abril fuimos una semana y media a entrenar con ella, que nos sirvió bastante
BC: Lo que te aconseja ella -que es obsesiva del entrenamiento, si puede hacer cuatro turnos por día los hace- es que entrenemos, que es la mejor edad para poder hacerlo. Que disfrutemos lo que hay ahora porque después no se sabe cómo sigue. Ana es lo más, además es muy graciosa, se disfrutaron mucho los entrenamientos. Es una mina que se propone todo y le mete todo lo que tiene para poder hacerlo. Está bueno que te lo transmite en los entrenamientos.
Pasaron 45 días entrenando en California, ¿cómo fue esa experiencia?
DV: Para mí fue hermosa, nos sirvió mucho, era otro ambiente, otro clima. La cantidad de canchas era impresionante, siempre gente jugando. Pudimos entrenar mucho, todos los días doble turno. Al principio nos costó adaptarnos a la arena porque a comparación de cómo veníamos había muchísima y estaba medio pesado el clima. Así que los primeros días terminábamos medio cansadas. En la segunda quincena nos adaptamos bien y lo disfrutamos mucho.
BC: Lo que se vivió allá era el mundo del Beach voley. Una playa enorme, con un millón de canchas de cualquier nivel. Desde hobby a chicas del AVP (NdR: la liga estadounidense de beach vóley), el torneo más importante de allá, con un nivel increíble. Te encontrabas de todo, estaba bueno. Era como ver un World Tour. Entrenamos también con las chicas de Estados Unidos que fueron a China, obviamente fue buenísimo porque son muy buenas y entrenar a ese nivel sirvió mucho.
Las escuché hablar sobre el tema de la localía y cómo eso puede derivar en presión o en apoyo. Les tocó jugar en China como visitante. ¿Qué prefieren?
DV: De local. En China tenían toda la hinchada ellas, nosotras no teníamos a nadie (ríen ambas). Yo prefiero que esté toda mi familia y mis amigos en la tribuna antes que no tener nadie.
BC: Yo también. Estando con tu familia está bueno dar un buen papel. Es la parte difícil para la que estamos trabajando. No enroscarnos tanto en eso y disfrutar la parte buena, que te están apoyando, que vienen todos a verte y alentar por vos.