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"Me imagino en el podio cantando el himno argentino y es muy fuerte"

"Me imagino en el podio cantando el himno argentino y es muy fuerte"

El esgrimista venezolano Eduardo Salgado espera conseguir la nacionalidad argentina para competir con la Selección nacional. El campeón argentino sueña con llegar a los Juegos Olímpicos de París 2024.

Cuando alguien entra a la web oficial de la Federación Internacional de Esgrima (www.fie.org) y busca el perfil del atleta Eduardo Salgado, lo primero que se ve junto al nombre es la bandera de Venezuela. El sablista de 31 años, quien nació el 10 de agosto de 1989 en Caracas, capital venezolana, lleva dos años viviendo en Buenos Aires "haciendo esgrima nuevamente, después de mucho tiempo sin hacer".

Salgado comenzó a practicar el deporte "desde muy pequeño, en el momento que salió de la primaria". "En Venezuela había una secundaria que se encargaba de formar puros atletas, entonces mi tía le dijo a mi madre: ´Vamos a meter a Eduardo a hacer esgrima´”, comenta. Él no quería ir, no le interesaba el deporte. Hasta que fue a la sala y cuando entró la impresión fue "¡Wow!". "Fue para mí un amor desde el primer momento", confiesa sonriendo.

"Representaré a la Argentina con el mayor orgullo, como si fuera nacido acá"

Llegó a Argentina a fin de 2018 y está tramitando el pasaporte para poder competir con la Selección nacional. Eduardo cuenta cómo esta su situación: "El abogado me dijo que había que esperar un lapso, que se me cumplieran los dos años estando radicado en Argentina y volvió a introducir los papeles. Eso es lo que me tiene frenado por ahora. La idea es tener lo más rápido la nacionalidad para poder competir por Argentina". Asegura que será "inexplicable" el momento en que obtenga el pasaporte y que representará a la Argentina "con el mayor orgullo, como si fuera nacido acá". "A veces me imagino en el podio cantando el himno nacional y es muy fuerte", dice emocionado.


El atleta confiesa que vino al país a buscar "un mejor futuro" y "no vino muy enfocado en el deporte". Una vez en Argentina, decidió intentarlo nuevamente y se contactó con una conocida, quien le recomendó la Fundación Argentina de Esgrima (Fundares). Habló con el Maestro Lucas Saucedo y se acercó a la sala de Palermo. "Apenas llegué estaba un poco nervioso, tanto tiempo sin hacer esgrima. Pero me hicieron sentir en mi hogar, me recibieron con los brazos abiertos, fue algo increíble", relata. Al final del entrenamiento Lucas le preguntó cuál era su plan, qué pensaba hacer. “Maestro estoy en sus manos, decídalo usted y yo con gusto seguiré lo que usted me diga”, le contestó. Y a partir del día siguiente ya formaba parte de Fundares.

Eduardo antes de entrenar les da clases a los más chicos de la Fundación. Se lo ve comprometido con sus alumnos y alumnas, siempre con una sonrisa. Sobre su rol como profesor remarca que lo más importante para transmitir a sus alumnos es que "se sientan llamados por el deporte, que sientan esa química", además de "crear disciplina". 
El campeón argentino asegura que practicar esgrima para él es "una sensación inexplicable" y ser el número 1 del país es como un: “Sí, puedo”. Y agrega: " Es tener la confianza de que hoy estas trabajando 12 horas, pero ahí está el resultado, puedes dar más todos los días pensando no solamente ser el campeón de Argentina sino a nivel panamericano o mundial". 

"Mañana me veré en un Juego Olímpico"

El esgrimista dejó la competencia en 2011, cuando los conflictos dentro de la Federación Venezolana de Esgrima lo "desilusionaron". "Estaba más en la parte laboral, me conseguí un empleo y dejé la esgrima", relata. Siete años después viajó hacia Argentina, retomó el deporte y consiguió un trabajo. El primero fue en un lavadero de autos, donde trabajaba toda la noche. Actualmente hace entregas de pedidos a domicilio, luego de sus entrenamientos. "Son nueve o diez horas trabajando en una bicicleta, 60-70 kilómetros diarios, venir a entrenar, el rendimiento físico es muy difícil", comenta. "Siempre que voy en la bicicleta digo: ´Este sacrificio va a valer la pena´. Y me levanto día a día pensando: ´Mañana me veré en un Juego Olímpico´”, comenta Eduardo.

Salgado concluye el entrenamiento, se cambia, agarra el bolso y la bicicleta y comienza una nueva jornada laboral por la Ciudad de Buenos Aires. Sonriente, saluda a sus compañeros y compañeras, al Maestro Lucas Saucedo y arranca su recorrida. "Todo sacrificio tiene su recompensa", repite como una de sus frases de cabecera. 


Por Natalia Auerbach
(Edición de video: Julian Zanatta)

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